La imaginación de los niños puede llegar hasta límites insospechados, tantos que a veces es inevitable preocuparnos y, en algunos casos, acudir al psicólogo infantil para que pueda darnos algunos trucos con los cuales poner solución a sus terrores. En este artículo hemos realizado una recopilación de los 10 miedos más habituales en los niños para que puedas estar más tranquilo/a y para que puedas entender los motivos que aterrorizan a tu hijo/a. Sigue leyendo este artículo para más información.
¿Por qué los niños tienen miedo?
Según explican los especialistas, el motivo por el cual los niños tienen miedo —y por el cual aparecen nuevos miedos— se debe, en muchas ocasiones, a que el menor detecta este miedo en los adultos —sus padres— y lo asimila como propio. Muchas veces, de manera involuntaria, los padres acaban transmitiendo el miedo a sus hijos, motivo por el cual estos se vuelven más inseguros. Lo que ocasiona que tengan una mayor cantidad de miedos con respecto a otros niños. En el caso contrario se encuentran, los niños más temerarios. Al final, todo depende de los buenos hábitos y las normas educativas.
Ahora bien, no todo tiene su justificación en la influencia de los padres. Muchas veces los niños pueden desarrollar un miedo a causa de una conversación con otros niños, experiencias desconocidas, películas de terror, medios audiovisuales, internet… Es decir, espacios que pueden herir las sensibilidades de los públicos más inmaduros.
Cuáles son los miedos más habituales en niños
Son muchos los miedos que los niños acaban desarrollando por un motivo u otro. Estos son los más habituales, según varios estudios realizados en centros escolares y por especialistas psicólogos infantiles:
Miedo a los títeres
El miedo a los títeres, también conocido como pupafobia, es un miedo muy repetido entre los pequeños de la casa. Este tiene lugar cuando los niños —e, incluso, adultos— tienen miedo a los títeres, independientemente de que sean marionetas o muñecos articulados. De hecho, se trata de un miedo muy similar al miedo a las muñecas —pediofobia—. Aunque el origen de este terror no está claro del todo, tal como podemos leer en los portales especializados, el miedo a los títeres puede tener su origen a causa de una experiencia traumática vivida en la infancia. Incluso, tras haber visualizado algún contenido audiovisual o película de terror —como la popular saga Puppet Master—.
Miedo a la oscuridad
Si no todos, al menos la gran mayoría de los niños tienen miedo a la oscuridad —se trata del miedo más universal—. El motivo de ello se debe sobre todo a su imaginación, la cual se dispara al sentirse en un lugar desubicado y puede hacerles creer que han visto o han escuchado algo. Muchas veces los asustadores de niños —historias que se utilizan para amenazar a los pequeños para que hagan caso—, como la del hombre del saco, pueden ser la causa del origen de estos terrores. Este miedo suele surgir alrededor de los 2 años. A veces con una pequeña lamparita es suficiente para calmar a los pequeños.
Miedo a los payasos
Por lo general, este miedo conocido como coulrofobia, tiene su origen por alguna mala experiencia que pueda haber hecho que el pequeño se asustara con la figura de algún payaso. El cine de terror es también uno de los principales responsables de este miedo, así como la publicidad que puede encontrarse en las calles ante el estreno de una de las películas de este género.
Miedo a los animales
Es muy fácil que los niños tengan miedo a los animales. Y es que, aunque los animales no suelen atacar a los menores, es posible que estos se defiendan de ellos ladrando o con un arañazo. A veces los pequeños pueden interpretar los ladridos como una amenaza y asustarse a causa de ello. Los padres, tienen la responsabilidad de proteger a los menores, pero también de hacerles entender que —en la mayoría de los casos— no son una amenaza.
Miedo a las personas desconocidas
El miedo a los desconocidos es uno de los que más pronto se desarrollan. Por lo general, a partir de los 8 meses y pueden duran muchos años. Se trata de un temor saludable y de autoprotección, ya que los niños deben saber que no pueden irse con desconocidos. Ahora bien, el problema radica cuando los niños temen a personas que ven de manera regular, como familiares o amigos de los padres. En estos casos, lo que puede ocurrir también es que los niños sean vergonzosos. En ambos casos hay que avisar a las otras personas para que hablen de actividades que resulten de su interés para que, poco a poco, vayan soltándose.
Miedo a estar separados de sus padres
El miedo a estar separados de los padres es otro de los temores más frecuentes —sobre todo, cuando estos se van de viaje, o simplemente cuando salen de la rutina habitual—. La razón de ello es que los menores se sienten desprotegidos. En estos casos es posible, también, que los niños/as piensen que les puede ocurrir algo malo a los progenitores, como que se pongan enfermos o que fallezcan.
Miedo al dentista o médico de cabecera
El miedo de visitar al dentista o médico de cabecera tiene que ver, sobre todo, con el temor a sufrir dolor. Por lo general suele originarse por una mala experiencia —como una inyección—. En este caso, los padres deben hacer entender a sus hijos que se trata de algo positivo ya que el dentista —así como los doctores— van a curarles. Se trata de informarles con todo lo que va a ocurrir para que estén calmados y que no se trata de un castigo, sino de algo bueno para ellos.
Miedo a los monstruos
El miedo a los monstruos, así como a las personas disfrazadas con caretas es otro de los miedos más comunes. En el primero de los casos, es posible que los niños hayan escuchado algunas historias de sus compañeros o hayan visualizado contenido que resulta inapropiado para ellos. La forma de quitar el miedo de los pequeños a las personas disfrazadas o con careta es hacerles ver que detrás de estas hay personas. De hecho, se puede intentar poner la careta a los pequeños para que lo vean como un complemento más y para que superen sus temores.
Miedo a las tormentas
Este temor se suele desarrollar en la etapa de bebés y suele durar hasta los 5 años, aproximadamente. Los ruidos fuertes pueden asustar a los más pequeños y provocar una necesidad de sentirse protegidos por los padres. En estos casos, lo que se recomienda es realizar juegos. Como contar los segundos para saber la distancia de los rayos.
Miedo a las alturas
Este miedo es menos frecuente que el resto, aunque también se suele repetir en algunos casos. Muchas veces se trata de un miedo infundado por los padres, sobre todo, por quienes padecen de vértigo. Los niños detectan la angustia de sus progenitores y empiezan a sentir miedo de manera simultánea. En ese caso, lo recomendado es que el miedo se supere de manera progresiva, por ejemplo, subiendo a un tobogán o a una atracción infantil para niños —por supuesto, debe encargarse de ello el progenitor que no padezca de vértigo—.